martes, 22 de mayo de 2007

El hombre vive de ilusiones

No son pocas las personas que persiguen un sueño desde chicos. Muchos imaginan ser jugadores de fútbol para poder estar en el mismo lugar que sus ídolos, otros desean ser policías y médicos, para ayudar a las personas.
En el largo camino que comienza cuando a uno se le cruza por la cabeza ese sueño que lo desvela y apasiona, y por el cual es capaz de pasar su vida intentando alcanzarlo, hay que atravesar muchos obstáculos. Y no todos son capaces de traspasar las dificultades para poder llegar a su tan preciada ilusión.
En esas trabas que se presentan es donde se descubre la personalidad de cada persona y la importancia que tiene para cada una el poder cumplir su sueño. Están los que piensan que tienen mala suerte, y que por eso nunca lograran alcanzar su meta y se rinden en la mitad del camino.
También existen las personas que se vencen al pensar que su línea de llegada está demasiado lejos, que es imposible para ellos, y que por más que se esfuercen y avancen, nunca lograrán poder cumplir su deseo.
Otros sólo esperan a que la vida les entregue su sueño en bandeja, y así poder obtener ese lugar tan preciado. Esos son los que no se esfuerzan, los que no sienten pasión por cumplir su sueño, y a los que, sin darse cuenta, se les pasa la vida esperando por esa oportunidad, que por más que llegue, no van a saber aprovechar.
La ilusión de Santiago, personaje inventado por el escritor Ernest Heminguay para ser el protagonista de su novela “El viejo y el mar”, no es tener mucha plata, ni conseguir fama, ni viajar por el mundo. Sino que en su cabeza estaba desde chico la idea de que había nacido para pescar un gran pez.
El viejo pescador, que nunca se dio por vencido y cumplió su sueño luego de muchos años, supo aprender, en su larga vida a bordo de los barcos, que hay malas rachas, que nunca hay que perder las esperanzas de que algún día la suerte vaya a cambiar, y que las oportunidades no se presentan seguido, por lo que hay que estar preparado para no dejarlas pasar cuando llegan.
Los sueños muchas veces pueden ser utópicos y difíciles de realizar, pero se mantienen vivos a través de los años en la mente de cada uno, y a su vez hacen sentir vivo a su soñador, que a pesar de las adversidades, siente que vive por algo y no pierde nunca la esperanza de que algún día podrá alcanzar la felicidad al cumplir su ilusión.

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