domingo, 22 de julio de 2007

La educación de la televisión


Antes y después de las diez de la noche (horario que está pactado para que empiece el horario de protección al menor) se pueden ver y escuchar en la televisión imágenes y temas muy diversos y que, si uno los analiza, son pocos los programas convenientes para que los chicos tengan acceso.Si se hace un desplazamiento de lo que ocurre en los estudios y se lo lleva a un partido de algún deporte, podría decirse que la competencia es desleal, si hay que menospreciar a otro equipo (programa), se hace sin ninguna dificultad. Tampoco importa la calidad del juego, ya que lo único que se busca es ganar, y menos aún interesan los espectadores.Pocas deben ser la personas que piensan en lo que se transmite, que se interesan por lo que se dice y muestra en la pantalla chica y en la importancia que tiene, como formador y educador, un programa de televisión.A pesar de la gran responsabilidad que cae sobre los productores y demás agentes del espectáculo televisivo, no hay que apuntar sólo a ellos por la mala calidad de lo que se ve y oye. Los padres, quienes generalmente manejan el control remoto y eligen qué ver, también ayudaron a conformar una caja negra vacía de contenidos, de valores y de códigos.La violencia, los insultos y la mala convivencia, son sólo algunas de las consecuencias que, entre otras cosas, genera la mala calidad de la pantalla chica.Mientras que el programa del periodista y escritor Juan Sasturain “Ver para leer”, que fomenta la lectura, siga saliendo al aire pasada la medianoche de los domingos, y Gran Hermano se encuentre en el horario principal de lunes a viernes, la cultura de los argentinos apuntará al vacío intelectual.

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